Un recorrido sensible para re-pensar los límites de nuestras domesticidades y la potencia que tienen los espacios exteriores de los contrafrentes de los edificios, considerando que los espacios libres de los pulmones de manzana se entienden como espacios urbanos de dominio privado. Atravesamos  las líneas de fachada para visibilizar lo invisibilizado. Estas formas urbano-habitacionales tan particulares de nuestras ciudades se han convertido en los nuevos espacios públicos donde se generan la mayor parte de las interacciones entre vecines, los usos imprevisibles y la empatía comunitaria, cosa que nos ayuda a pensar sobre la resignificación de lo doméstico y lo público a partir de la reclusión.

Recorrimos diferentes tejidos urbano-habitacionales con el objetivo de generar un diálogo entre diversas formas de cohabitar y apropiarse de los espacios domésticos de manera espontánea y elástica en estos tiempos de encierro. Hicimos foco en los espacios exteriores de los interiores de manzana donde se pueden observar también, apropiaciones que fomentan los lazos interdependientes, los cuidados colectivos y la vida interactiva en la proximidad. Esto nos permitió reflexionar sobre los modos de habitar, las necesidades espaciales que surgen del encierro y poner en valor lo común como potencia para transformar nuestras realidades cotidianas. Indagamos sobre la ruptura de los límites binarios establecidos entre lo público y lo privado, desafiando de este modo la manera que tenemos de entender la ciudad, la vivienda y el espacio público.

Intentamos  construir una narrativa, un tanto real, un tanto ficcionada, para ofrecer otras miradas de la vida urbana que suelen permanecer ocultas.  Éstas reflejan la capacidad performática de nuestros elásticos espacios domésticos, hoy convertidos también en espacios públicos. En definitiva, quisimos hacer un elogio a los vivos pulmones de manzana que forman parte del patrimonio urbano, como elementos sustanciales e imprescindibles de nuestro AIRE COMÚN.